Como si estuviera sincronizado por los críticos del programa económico de Milei, Argentina reduce su tasa de devaluación mensual (del 2% al 1%) justo en el momento que Trump comienza a complicar el escenario mundial con su guerra arancelaria. Aunque no se sabe en qué terminarán las bravuconadas de Trump, es seguro que el esquema macro argentino, que ya estaba mostrando fatiga antes, se muestre completamente descolocado.

Los efectos que podemos esperar de los aranceles y las políticas migratorias de Trump son múltiples, pero hay dos que son particularmente relevantes para nosotros: la inflación que pueda tener Estados Unidos y la apreciación del dólar en el mundo. Si los efectos esperados se producen, solo quizá compensados con una baja del costo de la energía, la aceleración de precios en Estados Unidos seguramente conducirá a una suba en la tasa de interés que, sumada a la volatilidad e incertidumbre, generará un fortalecimiento del dólar a nivel mundial, un reflujo de capitales y una caída de los precios internacionales, tanto por una menor demanda como por una menor especulación.

Si nuestro país, que ya tiene serios problemas de sobrevaluación cambiaria, continúa atando su moneda a un dólar que sube mientras sus socios comerciales devalúan, sufrirá todavía más. La caída de los precios internacionales de las commodities y de la energía, si Trump avanza con su agenda, terminaría de armar un combo que es muy preocupante para el sector externo argentino.

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