Muy lejos de la mirada triunfalista de los funcionarios del gobierno y analistas cercanos, la situación económica argentina, a más de un año de la asunción de Javier Milei, es tremendamente frágil. Aunque políticamente el gobierno intentará defenderse con la baja de la inflación respecto al descalabro macroeconómico que supuso la administración de Alberto Fernández, lo cierto es que los costos económicos, productivos y sociales se acumulan sin parar.
Al mismo tiempo, las inconsistencias de la política cambiaria pueden costarle a Milei inclusive sus más irrenunciables banderas. Las bases del apoyo político al gobierno argentino, a su vez, han entrado en debate como nunca antes a partir de sucesivos episodios ocurridos en los primeros meses de 2025: la estafa con criptomoneda $Libra, decisiones inconstitucionales como la designación por decreto de jueces de la Corte Suprema —ahora rechazados— y la voluntad de eludir al Congreso en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
Aunque no se puede anticipar qué pasará, la historia nacional es rica en escenarios como el actual, al punto que el ministro de Economía Luis «Toto» Caputo repite como un mantra que «esta vez es diferente». Pero antes de analizar los riesgos del modelo ensayado conviene detenernos a observar cómo se llega hasta aquí en materia económica y qué asoma en el horizonte próximo, para a partir de allí debatir las posibilidades del proyecto económico de Milei (que, a pesar de formar parte de la internacional de la ultraderecha, es un caso bastante particular).